Sostiene Pereira
Antonio Tabucchi,
Traducción de Carlos Gumpert y Xavier González Rovira,
Anagrama, Barcelona 1999
Algunas veces, las razones metaliterarias te llevan a volver a un libro, como quien regresa a los brazos un amor antiguo. En este caso, la esplendida edición limitada que editó Anagrama de Sostiene Pereira fue lo que obró la magia de la seducción. Un hermoso contraforro que semeja los azulejos marino y blanco, como aquellos que hay en las fachadas de las casas lisboetas, sirvió de pretexto para releer uno de los libros que logró el consenso de la crítica: Tabucchi es un gran escritor.
Con la genialidad del escritor que es Antonio Tabucchi, nos narra la cotidianidad de un periodista —Pereira, el personaje principal— que dirige la página cultural de un diario vespertino que se edita en Lisboa en plena dictadura de Salazar. Los retruécanos de Tabucchi nos muestran el gran amor que tiene por Portugal, su tierra adoptiva, y por la capital portuguesa. En Sostiene Pereira Lisboa es escenario y es personaje, es las dos, a veces una, a veces la otra y muchas veces toda a un tiempo. Lisboa es un conjunto de producción escrita que realza la belleza por medio de la palabra. La creación lisboeta se refiere a la transformación de la realidad, a la trasformación de ambientes, situaciones, emociones y personajes en donde los autores dan su propia visión del mundo, que por más realista que parezca, será siempre ficticia. En Lisboa, Tabucchi encuentra ese grado de misterio, de aventura, de contraste en el que se revuelven temas políticos, la anchura del Tajo, el contraste entre las fortalezas y las casitas con fachadas decoradas de azulejos y techos de color de arcilla.
La relación entre el autor y la ciudad en la que narra los sucesos es de suma importancia en Sostiene Pereria. Antonio Tabucchi es un escritor italiano, y también portugués por voluntad y nacionalización. Nació en Pisa el 24 de septiembre de 1943 y murió en Lisboa el 25 de marzo del 2012. En su primer año de universidad en la Sorbona, en 1960, descubrió a Fernando Pessoa y se enamoró del escritor y de Portugal. Aprendió portugués y se convirtió en experto en la obra de Pessoa. Con su esposa, nacida en Lisboa, fueron los traductores de este escritor al italiano. Sus conceptos de saudade, ficción y heterónimos provienen de él. Se especializó en literatura portuguesa e hizo de Portugal su segunda patria. Una visita a Lisboa inició su amor por esta ciudad. Tabucchi eligió vivir seis meses en Lisboa y otros seis en la Toscana donde enseñaba literatura portuguesa en la Universidad de Sienna.
Sostiene Pereira, publicada en 1994, es una novela que transcurre en Lisboa y que le atrajo mucha fama. Ganó con ella el Premio Super Campiello y el Jean Monnet de Literatura Europea. Se filmó la película sobre esta novela con Marcelo Mastroianni como Pereira. Tabucchi participó en el guión (1996). Sostiene Pereira es una de esas novelas en las que sientes que entraste a un mundo aparte, perfectamente sostenido. Un mundo ficcional que transcurre principalmente en Lisboa. Una ciudad que se percibe umbrosa, oxidada, tensa, en la que está sucediendo algo tras bambalinas.
La novela trata sobre un periodista viudo, Pereira, que habla con el retrato de su esposa y escribe la página cultural del Lisboa, este periódico olvidable, conservador, proportugués. Es muy gordo, suda mucho, tiene problemas de corazón y de presión alta. Conoce a un joven, Monteiro Rossi, porque se interesa en un artículo suyo que trata sobre la muerte y su relación con la vida:
“La relación que caracteriza de una manera más profunda y general el sentido de nuestro ser es la que una la vida con la muerte, porque la limitación de nuestra existencia por la muerte es decisiva para la comprensión y la valoración de la vida” (p. 9)
Entonces, busca en la guía telefónica al autor, lo encuentra y le encarga escribir necrológicas y efemérides para el Lisboa, que él personalmente le paga, no el periódico. No las puede publicar porque están politizadas como está todo en ese momento en Lisboa. Al avanzar la narración nos enteraremos que Monteiro Rossi está involucrado en un movimiento en contra de la dictadura de Salazar.
La novela comienza el 28 de julio de 1938:
“Lisboa refulgía en el azul de la brisa Atlántica” (p. 11)
La novela describe todos los movimientos de Pereira, qué come, qué tranvía o taxi toma, por qué calle pasa, si le es difícil subir una de las muchas colinas de Lisboa, si prefiere caminar o si ese día tomará limonada con hielos. La primera oración nos da una pista que ya adivinamos desde el título mismo de la novela, y que se repetirá en múltiples ocasiones a lo largo de las páginas:
“Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía…” (p. 7)
Quizás leer algunas citas muy cortas sobre Lisboa nos lleve a entender como Tabucchi enreda la ciudad con el tema político:
“De improviso, cesó la brisa atlántica, del océano llegó una espesa cortina de niebla y la ciudad se vio envuelta en un sudario de bochorno. Antes de salir de su oficina, Pereira apagó el ventilador, se encontró en las escaleras a la portera, aspiró una vez más el olor a frito que flotaba en el zahuán y salió por fin al aire libre. Frente al portal se hallaba el mercado del barrio y la Guardia Nacional Republicana estaba estacionada allí.” (p. 12)
“Porque el país callaba, no podía hacer otra cosa sino callar, y mientras tanto la gente moría y la policía era la dueña y señora” (p. 13)
“Y, mientras tanto, por la ventanilla, veía desfilar lentamente su Lisboa, mirba la Avenida Liberdade, con sus hermosos edificios, y después la Praca de Rossio, de estilo inglés; y en el Terreiro do Paco se bajó y tomó el tranvía que subía hasta el castillo…” (p.15)
Es decir, Tabucchi nos deja claro como el personaje principal está totalmente ligado con el entorno de Lisboa y, también, de su tiempo político, la dictadura de Salazar. Lisboa y el calor del verano, envuelven al personaje que escapa en dos ocasiones a ciudades cercanas. Nos muestra detalles como el Café Orquidea, donde va nuestro personaje continuamente, porque ahí solo sirven omelettes que es lo que a este personaje le gusta comer.
La estructura que Tabucchi eligió para narrar esta novela es muy efectiva. Los capítulos son cortos, lo que permite avanzar rápidamente en la lectura. El narrador es un testigo, ya que en realidad, estamos leyendo un testimonio. Es decir, el narrador no se compromete con la historia, simplemente deja registro de los hechos que le contó alguien más: el declarante. Entonces, el narrador le avienta la responsabilidad de los hechos a quien protagoniza: Pereira y se da el lujo de ser imparcial y frío frente a los sucesos.
Tabucchi lleva las riendas de la narración, en algunos casos la contiene. Parece que nos va a proveer de una nueva rama narrativa y como si se tratara de un jinete experimentado que va montando un animal inquieto, jala la rienda y juega con el lector:
“Sostiene Pereira que pensó en su infancia… pero de su infancia no quiere hablar, porque sostiene que no tiene nada que ver con esta historia” (p. 125)
“Al día siguiente por la mañana Pereira fue despertado por el teléfono, sostiene. Todavía estaba sumido en su sueño, un sueño que le parecía haber soñado durante toda la noche, un sueño larguísimo y feliz que no considera oportuno revelar porque no tiene nada que ve con esta historia” (p. 137)
“Se pasó una buena parte de aquella tarde así, pensando en su infancia, pero eso es algo de lo que Pereira no quiere hablar, porque no tiene nada que ver con esta historia, sostiene.” (p. 148)
Sostiene Pereira nos cuenta sobre la relación que tiene el protagonista con Monteiro Rossi y con su novia Marta. Tabucchi sabe como irritar al lector que constantemente se pregunta por qué Pereria accede a los abusos de estos jóvenes, los invita a cenar, les paga los cafés, consiente que le siga entregando artículos impublicables y se los paga de su bolsa, los ayuda a extremos que son inentendibles, como llevarlo a su casa:
“Pereira le acompañó al baño y le dio una camisa limpia, su camisa color caqui. Le estará un poco ancha, dijo, pero qué le vamos a hacer… Había aparecido de repente en su casa y otras cosas más… No dijo nada, aplazó la conversación para más tarde y volvió al salón.” (p. 149)
“Había caído la noche y las velas difundían una luz tenue. No sé por qué hago todo esto por usted, Monteiro Rossi, dijo Pereira” (p. 152)
“Pereira apagó las velas y se preguntó por qué se había metido en aquella historia, ¿por qué alojar a Monteiro Rossi, por qué telefonear a Marta y dejar mensajes en clave, por qué inmiscuirse en historias que no le atañían?” (p. 154)
Sostiene Pereira es una novela que no tiene desperdicio, es una suma de contrapuntos entre: la vida y la muerte; la soledad y la compañía; la trascendencia y la cotidianidad; el valor de la literatura y la libertad de expresión; la política de una dictadura y la represión militar.
Antonio Tabucchi nos deja a los lectores de la décima edición una nota que nos lleva a entender la visión del autor y es verdaderamente entrañable. Insisto, Sostiene Pereira es una novela tan bien estructurada en la que nada le sobra y nada le falta. No tiene desperdicio.
Ven, asómate a ver lo que estoy pensando