4321
Auster, Paul
Seix Barral, 2017
Cuando alguien declara que se ha preparado toda la vida para escribir algo, no queda más que levantar las cejas y preguntarse de qué se trata. Cuando quien lo dice es Paul Auster las proporciones cambian de dimensión. En el diálogo interno del lector siempre hay una duda, si esperó tanto para cumplir este objetivo ¿lo habrá logrado? Por supuesto, ya sabemos que lo que digan los autores de sus obras está demás. No queda más que saciar la curiosidad y atacar el mamotreto de novecientas cincuenta y siete páginas para enterarnos.
4321 es una novela que gira en torno a las posibilidades de un personaje: Archie Ferguson que Auster se encarga de convertir en múltiples líneas narrativas. Como si se tratara de llevar la teoría de cuerdas a la literatura, en la que se van desenvolviendo varios mundos paralelos en los que lo único que coincide son los personajes pero cuyas realidades son totalmente diversas, Auster nos presenta la vida en torno a un personaje protagónico que nació en 1947 en Newark, cuya madre es Rose Adler y cuyo padre es Stanley Ferguson (apellido que obtiene en forma extraña cuando su abuelo llega a Estados Unidos) y que está enamorado de Amy. Todo lo demás tendrá variantes narrativas a lo largo de la novela.
Auster le da a Ferguson cuatro alternativas diferentes de desarrollo. Lo sota e cuatro vidas. Enfrenta el tema de la paternidad, la amistad, el amor, la devoción materna, la familia, el arte, la literatura, la política, la vida, la muerte, Dios en forma distinta a partir de decisiones que se toman en cierto momento de la vida, que parecen irrelevantes y se convierten en puntos nodales. Pero, ¿y si en vez de eso hubiera decidido aquello? No se preocupe, señor lector. El autor nos dotará de alternativas. Si de opciones se trata, nadie quedará defraudado.
Pareciera que Auster, al entretejer todas estas líneas narrativas, se hubiera planteado el objetivo de escribir una propuesta de la nueva novela. Una en la que la trama sea tan importante que se multiplique por cuatro o que sea tan irrelevante que hasta se pueda contar cuatro veces. Como si se tratara de un chef haciendo recetas, el autor mete todo tipo de ingredientes y caben en el espacio de 4321: cuento corto, poemas, ensayos, historia y anécdota.
La lectura de 4321 ha de ser lenta, un lector desesperado aventará el libro tan lejos como le dé el brazo. El lector tiene que estar atento ya que puede desorientarse en un principio, al punto que parece que el autor cometió un error, pues sorprende tanto el cambio en el estilo como en los temas, como el hecho de que esté moviendo todo lo que ya nos había dicho. En la narración el estilo es muy descriptivo, exhaustivo y hay un uso frecuente de oraciones complejas y extensas. El lenguaje es muy cercano a la edad en la que se encuentra el personaje y el vocabulario va de acuerdo a ello.
La novela comienza como una historia de la inmigración a principios del siglo XX y parte de una anécdota, verosímil y graciosa, de un tal Isaac Reznikoff, judío ruso quien en su viaje en barco hacia Estados Unidos decide, como tantos, cambiarse el nombre al llegar a su destino para poder así comenzar una nueva vida. Un compañero de viaje le aconseja que se ponga el nombre de “Rockefeller”, con lo cual seguro se garantizará su buena suerte, pero en el momento de tener que decirle su nombre al oficial en Ellis Island, Reznikoff olvida el nombre sugerido por su compañero y en cambio le dice al oficial en yiddish “IIkh hob fargessen” (“lo he olvidado”), lo cual el oficial de inmigración malinterpreta como “Isaac Ferguson”, nombre con el cual queda bautizado. (p.9)
Este origen de error y confusión sienta el tono y la actitud hacia el sueño americano: “nada ocurrió tal como había imaginado que sería su país de adopción” (p.9) Nos enteramos de la historia del Isaac, su establecimiento en Nueva Jersey, su matrimonio y el nacimiento de sus hijos, prestándoles atención a los detalles históricos en una narrativa de corte realista. Se cuenta igualmente el matrimonio de su hijo Stanley con Rose Adler y el capítulo termina con el nacimiento del protagonista de la novela, Archibald (“Archie”) Ferguson, en Newark, Nueva Jersey, en 1947. “Así nació Ferguson, y al emerger del cuerpo de su madre, durante unos segundos fue el ser humano más joven de la tierra”. (p. 40)
El siguiente capítulo es la continuación del primero y conocemos detalles de la infancia de Ferguson. La fiesta austeriana empeiza en el capitulo 1.2 cuando parece que la narración falla y que algo se deshace. Pero, no es así, es Paul Auster el de la pluma. No es error, es intención. Se nos presenta el primer giro, la primera de muchas variaciones sobre la vida del protagonista. Las variantes 1.3 y 1.4 nos dejan claro que estamos leyendo narraciones paralelas. Los personajes son constantes, sin embargo, el papel que juegan es diferente. Sus destinos también lo son.
Como telón de fondo vemos detalles de la Historia de los Estados Unidos, los momentos históricos como la Segunda Guerra Mundial, el discurso del Dr. Martin Luther King, el asesinato de Kennedy, los movimientos de derechos humanos, la guerra de Vietnam y también eventos deportivos como el cambio de sede de los Dodgers que dejaron Nueva York para irse a California. Pareciera que Auster le quiere rendir un homenaje a la generación de los baby boomers y nos entrega un manual de entendimiento, un registro de época.
También, Auster nos regala una lista de lecturas, de autores para revisar, tanto de la literatura estadounidense como del mundo en general. Lo mismo con la música, nos sugiere, a través de lo que lee y escucha Ferguson qué es lo que un joven de clase media de los Estados Unidos en el tiempo de la posguerra y Guerra Fría leía y escuchaba en su momento.
Las cuatro historias de Ferguson en 4321 nos llevan a preguntarnos si el experimento de Auster es o no fallido. Por momentos los personajes nos resultan entrañables y en otros son francamente fastidiosos. La serie de detalles abruma al lector y se entiende a aquellos que, a pesar de los esfuerzos, no logró llegar al final. Para recorrer todas las páginas de este libro hace falta perseverancia. Ahora nos queda preguntarnos si llegar al punto final valió la pena o si alguna de estas líneas narrativas quedó demás.

Ven, asómate a ver lo que estoy pensando
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