La represión de la Jefa de Gobierno

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.

El Príncipe, Nicolas Maquiavelo

Nos conviene echar la mirada a lo que está sucediendo en la Ciudad de México y observar con puntual distancia los procederes de la Jefa de Gobierno ya que Claudia Scheinbaum es la favorita del presidente de la República y la que presumibemente será apuntada por el dedo que determina quién será la futura candidata a suceder a López Obrador en la silla presidencial. Es importante apreciar cómo se comporta una persona que ejerce el poder cuando se sabe favorita y goza del espaldarazo que llega desde el poder. Es relevante porque nos permite abrir una ventana para atisbar un posible futuro.

            Habríamos de recordar las palabras de Maquiavelo. Efectivamente, unos cuantos ven lo que somosn y lucimos lo que aparentamos. Claudia se nos muestra como una mujer analítica, se formó en el terreno de la ciencia; habla pausado y parece que mide sus palabras ni se le ve boquifloja ni se le aprecia como una persona de mecha corta. Casi podríamos creer que es una mujer tímida y frágil, es sumamente delgada y no parece disfrutar del reflector y los micrófonos. Eso es lo que se ve, pero si por sus hechos los conocereis, entonces la Dra. Scheinbaum nos puede sorprender.

            Entre esa suavidad de palaras, se nos puede estar destilando otra cosa. Bsta fijarse, la Jefa de Gobierno aprieta el puño y ejerce una autoridad represora. En la intmidad de su oficina, se le ha de notar el carácter apretado y avinagrado que le quedó después de la derrota política que sufrió al perder en los comicios del seis de junio. No es para menos. Se le fue más de la mitad del territorio de la capital del país, lo que se traduce en ocho alcaldías cedidas a la oposición. Con sobrada razón trae los ímpetus revanchistas alborotados contra los capitalinos que votaron a favor de la coalición conformada por el PAN, PRI, y PRD.

Claro que las evidencias nos dejan adivinar que a la Dra. Scheinbaum se le ha recrudecido la sed de venganza y todo lo ha llevado a un grado tal que ordenó afectar presupuestalmente a sus alcaldes electos. De esa forma, recuperaría el control de las alcaldías que no son morenistas, pondría de rodillas a la oposición y los dejaría a su albedrío. Máxima felicidad, habrá creído. Lo que no imaginó fue que los funcionarios electos tienen inteligencia y voz. Quisieron ir a dejar una petición al Palacio Legislativo en Donceles y se encontraron con un edificio pertrechado por un grupo policial que anteriormente conocíamos como Granaderos.

Aquí no pasarán, la imaginamos dando golpes de mano sobre el escritorio. Ya me la hicieron, ya me la pagarán. Y, como si se tratara de manifestantes rijosos y no de políticos civilizados, les aventaron al cuerpo policial y se llevaron el merecido que se planeó desde el edificio del Ayuntamiento en el Zócalo de la Ciudad de México, faltaba más. Mauricio Tabe recibió toques eléctricos, a Santiago Taboada le llovieron los golpes, a Sandra Cuevas le tocaron empujones y a Lía Limón la lastimaron y hasta le sacaron sangre. Muy bonito, muy bonito.

Los cuerpos policiales llegaron por instrucciones del gobierno de la Capital, la responsabilidad de lo que sucedió con los alcaldes que no pertenecen al partido de la Jefa de Gobierno es de Claudia Scheinbaum, aunque parece que todo fue idea de su operador político Martí Batres. Ni modo, ella tiene que dar una explicación y ofrecer una disculpa. Claro que para hacerlo, se necesita estar hecha de un material raro y escaso que resulta de la mezcla de humildad —para reconocer el error— y valentía para hacerse cargo de las consecuencias.

Ya veremos. Por lo pronto, queda la actitud asumida por la Jefa de Gobierno. Este aire de represora ya sopló por sus terrenos. Además, ha empañado una transición que debió ser respetuosa y pacífica en el relevo de alcaldes en la Ciudad de México y con ello, la ha manchado su aspriración de llegar a ser la primera presidenta del país. De tan mal planeado, hasta parece que fue a propósito y que alguien de su propio equipo le metió el pie.

En fin, nos convierte echar una mirada a la capital de la República y ver a la Jefa de Gobierno con aspiraciones presidenciales. Parece que no tiene la capacidad ni las competencias sociales y políticas para ello. En cambio, muestra un lado represor y un resentimiento que no tiene empacho en destilar durante sus los actos públicos o en sus conferencias de prensa.

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