Vaciladas

En México tenemos un sentido del humor peculiar. La ecuación es compleja, los temas difÍciles se abordan con chistes. La relación es así: la gravedad es directamente proporcional a la irreverencia de la ocurrencia. Terremotos, asesinatos, magnicidios, huracanes, fugas, fuegos o cualquier tragedia produce su oleada de chistes en cuestión de segundos. Somos tan rápidos que todavía no sabemos bien a bien lo que pasó y ya andamos haciendo bromas. 
Sí. Pero a la mayoría de los mexicanos no nos gusta que nos vacilen. Una cosa es bromear y otra que nos quieran ver la cara de tontos. Ahí sí que el cuete tiene la mecha muy corta. En los últimos días, las autoridades nos han querido vacilar y no se vale que encima, la broma la tengamos que pagar nosotros.
Nos dicen que está bien que la cotización del dólar esté por las nubes, nos aclaran que la caída del precio del petróleo no es tan mala y nos informan que hay un segurito que garantiza un nivel favorable para que el presupuesto de la nación no pase aceite. No es gracioso ni le encuentro el chiste.
Pero lo peor de todo es que en esta pseudocorte que se instaló para gobernar, salga el contralor con pinta de bufón, nos de una aburrídisima y extensísima explicación de lo que es conflicto de interés para luego justificar a su patrón, a la señora y los cuates. ¿Dónde está la risa? Por si fuera poco, el señor presidente sale a dar una declaración para disculparse. Se disculpa por ofender al pueblo por ser rico. ¿Y eso? ¿De cuándo acá se oye que un monarca salga a ofecer justificación por ser millonario? No me imagino a la Reina Isabel o Beatriz saliendo al balcón a mostrar remordimiento por tener los bolsillos llenos de dinero. Salió peor. ¿O en realidad estaría enmascarando una ofensa peor? ¿Pensará que le tenemos envidia? ¿Cuáles serán las verdaderas intenciones del señor Presidente? Yo creo que sus asesores andan dormidos o todavía siguen de vacaciones. 
Esas justificaciones son vaciladas con las que más que disculparse, quieren taparle el ojo al macho. No es tan fácil. Un pueblo con el ingenio como el nuestro merece mayor respeto. Insultar a la gente, asumiendo que somos unos tarados, es lo peor de todo. ¿Para qué tanto brinco, si el suelo es tan parejo? En serio, en boca cerrada no entran moscas. 

  
  

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