Empezar ganando tiempo

El tiempo es un concepto extraño, se pierde con facilidad y raras veces se le gana. No sé si en realidad se le puede ganar, pero cuando vuelas del este al oeste, vas contra corriente —por decirlo de algún modo y si se le ve como un flujo continuo de segundos y minutos—. Así que, en el caso de ir de Asia a Europa y de Europa a América, el reloj echa las manecillas para atrás y le ganas la carrera. Sales después de la hora de llegada.

Así que, este año lo empecé como Phileas Fogg y regresé a casa el mismo día, después de un viaje de casi 24 horas, lo cual me dice que eso de echarle carreritas a Cronos te deja exhausto y confundido. Ahora, estoy cansada, tengo sueño y no me puedo dormir. Le dicen jet-lag pero creo que competir con el tiempo tiene sus estragos.

Claro, también tiene sus ventajas. Recuperar el tiempo es una satisfacción, es guardar los minutos en el bolsillo para usarlos al llegar al destino. Es dejarse acariciar por el reloj y consentirse por el calendario.

Empezar el año recuperando el tiempo parece una buena idea. La pregunta es ¿qué haremos con esas horas que tenemos oportunidad de volver a vivir?

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