¿Qué pasó con la decencia y el lenguaje?

El lenguaje es una seña de identidad, lo que hablamos también habla por nosotros. El que usa un lenguaje técnico revela la profesión que ejerce, el que elige palabras complicadas revela una personalidad compleja, quien prefiere la sencillez del mensaje nos deja ver a una persona práctica. ¿Qué pasa cuando el lenguaje es procaz, grosero, que insulta? Pues, en la misma línea de pensamiento, podemos entender que así son las personas.

El lenguaje es el reflejo de quienes somos, por lo tanto, es muy importante elegir adecuadamente el vocabulario con el que nos queremos expresar. Si descuidamos las palabras estamos revelando que somos personas despreocupadas y eso tarde o temprano puede convertirse en un evento similar a escupir al cielo.

El uso de las palabras no es un tema menor. Tristemente, en el mundo hay una tendencia creciente que marca el desaseo del lenguaje. Decir groserías, utilizar palabras altisonantes, expresarse con vulgaridad pareciera ser un hecho que ya a pocos sorprende. En aulas de estudio, en espacios universitarios, en ambientes profesionales el lenguaje padece el descuido a diario. Es tan fácil decir palabras que suenan mal en momentos en el que nos sentimos cómodos o que estamos muy irritados.

Estamos perdiendo la costumbre de usar un lenguaje decente.

En la cotidianidad, desde que amanece hasta que anochece, lo usual es escuchar majaderías. Al salir de casa en el trayecto al gimnasio, la gente va mascullando groserías y lanzando majaderías al que se le atravesó, al que no le dio el paso y hasta al que lo saludó. En el gimnasio es muy frecuente escuchar a entrenadores animar a sus pupilos a base de peladeces y palabras ofensivas: échale gorda, muévete marrana son parte del argot cotidiano que muchos de los que están ejercicios ya han asimilado como normales. En los pasillos de la universidad, los muchachos se hablan con palabras poco educadas y de repente uno se pregunta si está en una casa de estudio o en un billar.

Inclusive, en programas de televisión y de radio el lenguaje se ha vulgarizado en forma alarmante. En horarios familiares escuchamos palabras que antes se reservaban al espacio de adultos y los cómicos se creen muy graciosos cuando se expresan con groserías.

Todo esto podría parecer algo pasado de moda o un discurso de púlpito que se escuchaba en el siglo pasado. No obstante, mi lucha ha sido por componer el lenguaje y adaptarlo a los ambientes en los que nos encontramos. Debemos de elegir las palabras precisas, no hay palabras malditas pero para todo hay un uso correcto y un lugar para ejercerlo.

Por eso, ayer que escuché a Chris Cuomo en CNN hacer un panegírico sobre la decencia del lenguaje, no pude más que ponerme feliz. Cuomo sostiene y estoy de acuerdo que quien usa un lenguaje grosero y vulgar muestra la pobreza de sus argumentos y la falta de ideas. Se refería al tema de Donald Trump ofendiendo a Omorosa, una afroamericana que trabajó en la Casa Blanca y que está publicando un libro muy oportunista para criticar al Presidente de los Estados Unidos. El debate entre Trump y Omorosa no es de mi interés porque son tal para cual, lo que llamó mi atención fue precisamente la caída precipitosa que se ha dado en el lenguaje que se utiliza desde el poder ejecutivo de una nación de la talla de los Estados Unidos.

Es lamentable ver como un hombre de estado elige tan mal las palabras, cuando en otros tiempos otro líder mundial, Winston Churchill, ganó un Premio Nobel de Literatura por sus discursos. En fin, no hay punto de comparación. Pero, el efecto del lenguaje de Trump se ve en la forma en la que se eligen las palabras para expresarnos a diario. Sería tan bueno volver a aplicar la decencia en el lenguaje. Creo que es una forma fácil de empezar a resolver tanta violencia y agresividad que padece el mundo en estos momentos.

El lenguaje decente nos muestra como personas cuidadosas que buscamos expresarnos en forma ordenada, coherente y minuciosa, haciendo un análisis del vocabulario que queremos utilizar. El lenguaje debe ser una herramienta que nos ayude a mostrar preparación, seguridad, calidad y firmeza en las ideas.

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