Mañana de lunes

Algunos lunes nos resultan más pesados que otros. Hay semanas que se inician ligeritas y mañanas que se llenan de rocío, hay otras que empiezan pesadas, húmedas y mojadas. A veces ni nos importa que el día amanezca con nubarrones grises y con charcos por todos lados, el buen humor y el ánimo todoterreno le gana a las condiciones climáticas. Otras, no.
El animo nacional sube de la euforia y se precipita al desencanto. No es justo, a la Selección Nacional hay que aplaudirle y decirles: bien jugado. A los holandeses también. Ni modos, así es el futbol. Lo que nos convierte este lunes en uno pastoso es que ya se nos diluyó el pretexto para andar súper contentos, porque la camiseta de nuestro equipo ya no se lucirá en la cancha y sobretodo porque nos vamos a enfrentar con la realidad, otra vez.
¿Qué pasó mientras estábamos pendientes de lo que pasaba en Brasil? Bien, bien no sabemos qué estuvieron haciendo los legisladores pero ya estamos próximos a saberlo. Sabremos si la preponderancia se inclinó por el servicio o por sector y entenderemos ante quien se inclinaron los legisladores. Sí.
Nos despertaremos con la noticia de que Tlane tiene su grupo de autodefensas y de que el Dr. Mireles está recluido en un penal de alta seguridad ¿qué no era el vocero de las autodefensas? También nos enteraremos de otro socavón que se abrió en el suelo de la Capital de la República y que la riqueza del subsuelo está cambiando de estatus. De los médicos que apoyan a los otros médicos y sus manifestaciones, tal vez también tendremos noticias.
El hecho de que se acerque peligrosamente un meteoro cargado de agua no ayuda mucho para aligerar el ánimo. Tampoco el hecho de amanecer con gripa.
Hay mañanas de lunes en las que uno preferiría quedarse en la cama, tomando té caliente y durmiendo hasta que pase la tormenta, se vayan las nubes y salga el sol.
Pero, por suerte, hay mañanas en las que las ganas de salir a trabajar, a pesar de todo, imperan.

20140630-083020-30620722.jpg

¿Cómo no querer a Joseph Blatter?

¿Cómo no vamos a querer a Joseph Blatter? Mientras en Europa piden a gritos su dimisión, en México lo queremos a cuatro pulmones. Al otro lado del Océano Atlántico muchos sospechan del perpetuo color rojo de su nariz, del parecido que tiene al ex presidente ruso Boris Yeltsin, no sólo por los rasgos físicos sino por sus costumbres, lo critican por su amor al alcohol y se desgarran las vestiduras por los chistes que hace. Acá, en cambio, amamos con pasión al suizo que preside la FIFA.
Insisto, ¿cómo no lo vamos a querer sí nos acaba de entronizar en los altares a un nuevo santo? San Piojo Herrera. Si no hubiera sido por Blatter, Miguel no hubiera podido demostrar sus dotes como timonel de la selección de futbol nacional. Jamás hubiera podido lucir sus habilidades estratégicas contra la majestuosa selección de Nueva Zelanda, cuyos jugadores, prófugos del rugby, padecieron la furia y la puntería de la magnífica selección mexicana. Sin Don Joseph Blatter, El Piojo jamás le hubiera podido decir Haste pa’llá a Vucetich para llegar al relevo y ser la salvación de todo un pueblo.
Nos da lo mismo que el suizo haya hecho alguna bromita a costa de Cristiano Ronaldo. No entendemos las razones para sentirse tan ofendidos del portugués y del presidente del equipo merengue. El presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, ha pedido al presidente de FIFA, nuestro amadísimo Joseph Blatter, que rectifique las declaraciones que realizó durante una intervención en la Oxford Union Societ, en la que mostró sus preferencias por Leo Messi antes que por Cristiano Ronaldo, de quien dijo que «gasta más en su peluquero». El Real Madrid, molesto por las declaraciones de Blatter, ha pedido por carta que el máximo mandatario de FIFA se retracte de las palabras que pronunció. Tal vez hasta el presidente portugués exija una satisfacción a nuestro suizo favorito.
No aguantan nada. Tan lindo Blatter y allá no lo aprecian. En cambio en estas tierras no nada más los aficionados al futbol lo aman, también los dueños de televisoras, los fabricantes de playeras, los que tienen agencias de viajes, los que trabajan en líneas aéreas, los fabricantes de maletas, los anunciantes, las agencias de publicidad, las cerveceras, las refresqueras, los que fabrican botanas, los que venden salsas, hombre, todos aman por acá a Joseph Blatter.
Tanto en México como en Brasil estamos agradecidísimos con el presidente de la FIFA por darle tantas oportunidades a la selección mexicana para lograr un boleto al Mundial. Creo que hasta el presidente Enrique Peña quiere hablarle para darle las gracias. No dudo que Dilma Rouseff tenga las mismas intenciones.
Lo que sucede es que la afición mexicana genera una derrama económica, para nuestro país y para el anfitrión del Mundial, sumamente jugosa. ¿Si no, por qué tanto interés y tantas oportunidades para que México participe? Ni modo que sea por el deseo de ver a Giovanni, al Cepillo o a Rafa Márquez en la cancha. ¿A poco creían que era por amor auténtico al Tri?
Pero en México nos da igual. Por fin la selección nacional nos quita la mortificación de quedarnos con los boletos para ir a Brasil a echarle porras a otro equipo. Finalmente nos pondremos la camiseta del equipo nacional en vez de usar otra de un país que a lo mejor ni sabemos en dónde está. El presidente de la FIFA nos exenta de la necesidad de jugar bien fútbol para ir al torneo más importante de este deporte. Eso es mérito suficiente para amar a cuatro pulmones a Blatter. ¿O, no? ¿Cómo no lo vamos a querer?

20131120-202214.jpg

¡Qué comparación!

Lo primero que quiero decir es que no se mucho de futbol y mucho menos de mini baloncesto. De evaluación de resultados, sí. Tampoco se necesita ser un genio para comparar los resultados de la selección mexicana de futbol con la de de mini baloncesto conformada por indígenas Triquis que juegan sin zapatos, sin uniformes llenos de logotipos de patrocinadores, sin recursos millonarios, pero que ni falta les hacen, con el corazón les basta. Le ponen tantas ganas, tanta pasión y tanto gusto que no hay quien no se llene de alegría y orgullo al saber del éxito que estos pequeños triunfadores obtuvieron en Argentina. Arrasaron no sólo con el marcador si no con el corazón de los anfitriones, de los equipos contrincantes y de todos los que vemos las imágenes de estos muchachitos saltarines dejando el alma con tal de encestar y ganar. Chicos enfocados, con tantas ganas de triunfar que al final lo logran.
Por su lado, la selección mexicana de futbol se gana el dudoso lugar de ser la escuadra que cuenta con el mayor nivel de antipatía en Latinoamérica según un estudio reportado por la cadena BBC. El Tri no es un equipo simpático. Lejos de ello, causa encono con sus rivales y decepción en los que apoyan. Se pierde la oportunidad de estar clasificados al Mundia frente a Costa Rica, se vive la vergüenza de tener que recurrir al repechaje, se rompe el corazón de millones de aficionados en México y de paisanos que viven fuera de nuestras fronteras, se pone en riesgo la derrama económica que trae consigo el hecho de que la selección juegue en Brasil. Locutores sin trabajo, campañas publicitarias a la basura, apoyos a volar, camisetas, juegos, juguetes al barranco, agencias de viaje, vuelos, reservas de hoteles que no se concretarán. No nada más lloran los mexicanos, la FIFA y varios empresarios brasileños también lo hacen. La afición mexicana representa millones de dólares que se ven frenados por la ineptitud, la falta de amor y de pasión de los que sí tienen tenis de altas especificaciones, equipos de tecnología de punta, billetazos y cuentas de cheques abultadas. Me parece tan diferente lo que se siente al ver a los Triquis que al ver a los brillantes jugadores del Tri.
Ahora tenemos que mirar al norte y dar las gracias a la selección de Estados Unidos que hizo lo que ninguno de los verdes pudo, es decir, ganarse el boleto para ir al repechaje por méritos propios. Fueron goles güeros, no tricolores.Tan mal jugaron los nuestros que al final veíamos el partido de Panamá contra los estadounidenses, pues ya no le teníamos fe a la selección mexicana. Encendíamos veladoras y rogábamos Dios para que cayera un gol ¡contra Panamá!, teníamos la certeza de que contra Costa Rica no llegaría la ansiada marca.Tal parece que los futbolistas que integran el equipo de seleccionados se empeñan en no ir a Brasil. Es de bien nacido ser agradecido. Gracias a la selección de las barras y las estrellas.
La ineptitud y la buena fortuna tienen al futbol nacional a nivel de aguas profundas pero con una nueva oportunidad. El muerto se levanta en forma milagrosa de la tumba y los seleccionados andan de parranda. Si no quieren jugar ¿Por qué insistir con ellos?
Los jugadores son un desastre en la cancha, dan la nota por la indisciplina, porque huyen de la concentración, porque les gana la fiesta, porque no escuchan a sus entrenadores, ¿qué méritos tienen para estar ahí? El técnico sabrá. No es técnica, no son goles, fue la buena suerte la que otorgó benévola la oportunidad de seguir con la esperanza de ir al Mundial de Brasil. A ver cuánto dura.
Y, mientras todos nos quedamos con un mal sabor de boca, suspirando amarguras por los resultados futbolísticos, hay un grupo de niños indígenas que alumbra la esperanza, que demuestran que lo que a los del futbol les falta, a ellos les sobra. Hambre. Hambre de ganar, de divertirse en el terreno de juego. Amor por encima de la soberbia. Gusto por jugar, por ver nuevas tierras, por conocer gente diferente, por llegar al Mundial de mini baloncesto en República Dominicana y un profundo respeto y cariño por su coach, a quien escuchan y respetan.
¡Qué comparación entre unos y otros!
Por eso unos dibujan sonrisas en los rostros de propios y extraños, mientras lo otros pintan muecas.

20131015-234944.jpg

20131015-235058.jpg

a href=’http://cloud.feedly.com/#subscriptionfeedhttpwww.ceciliaduran.wordpress.com’ target=’blanco blank’>

Archivos