De tramitologías y venenos para emprender

El discurso oficial habla de apoyar al emprendedor, dicen, con razón, que sobre las bases del emprendimiento están las ruedas del desarrollo para México. Lo malo es que son sólo palabras y, las palabras se las lleva el viento.
Es verdad, existe el Instituto Nacional del Emprendedor y ahí existen fondos de fomento, ayuda para accesar a créditos, no tan baratos pero con la escasez que existe y la dificultad para obtenerlos si es un buen auxilio, capacitación, contacto con incubadoras y aceleradoras empresariales y una serie de elementos para que el emprendedor no vea como su proyecto se evapora.
Sin embargo, emprender en México es difícil. Además de la barreras naturales que impone el mercado, está la tramitología. La complejidad burocrática que se le adjudica al emprendedor es excesiva, complicada y ambigua. Parece hecha para desanimar hasta al más valiente. No lo digo yo, que he padecido en carne propia estas dificultades, lo dice
la agencia Global Benchmark Complexity que tiene un índice que marca a México como uno de los diez países del mundo en términos de tramitología.
El tiempo que se tarda un empresario en ciernes en cumplimentar la documentación para abrir un negocio es tan largo que muchos quiebran antes de haber terminado de llenar requisitos. Esto abona a la corrupción. Cada inspector que llega a verificar quiere su participación. Todos piden dinero y unos quieren más que otros. Las delegaciones, los municipios, las instituciones verificadoras, las de defensa del consumidor, las de defensa del trabajador, los sindicatos, las de salud, y la complicación para pagar impuestos son amenazas que asustan al más decidido.
Luego los comités vecinales. Estas organizaciones que fueron ideadas para preservar una vida en comunidad sana, se han convertido en cuevas de bandidos y en nido de extorsionadores. Son de las peores desaceleradoras de la economía.
En Coyoacán, por ejemplo, existen incontables comités vecinales. Cada uno se erige como defensor del Patrimonio Coyoacanense y tienen el centro histórico lleno de basura, de establecimientos clausurados y casas abandonadas. Las autoridades les tienen pánico, tanto que han preferido incorporarlos a la nómina, lo cual es conveniente para ellos. También es ilegal.
Me refiero a sujetos que han golpeado a trabajadores que querían instalar parquímetros para contarrestar la mafia de franeleros. Me refiero a estas finas personas que se rehusan a admitir el programa de Ecobici en la demarcación. Me refiero a estos grupos que quieren frenar el progreso de Coyoacán y que matan la chispa del emprendimiento.
El señor Paulino, vecino de la colonia del Carmen, sale a amenazar a cualquier persona que quiera poner un negocio en la colonia. Dice, con una seguridad que intimida, que no le importa que todos los papeles estén en orden, que él tiene conocidos y que de su cuenta corren las clausuras. Lo dice y lo hace.
Este sujeto que vive en la calle de Centenario, tiene un depósito ilegal de refrescos, se estaciona sobre el carril de la ciclopista, invade las entradas de los vecinos y nadie le dice nada. ¿Por qué? Amenaza y cumple. Y en cada extorsión que patrocina, lleva a cabo un beneficio.
En México para emprender con éxito hay que tener amigos. Alguien que te proteja y que con una llamada aplaque a las jaurías hambrientas y entonces sí, te dejan en paz. Lo malo es que son muy pocos los que tienen ese tipo de amistades. Paulino ha de tener muchos amigos. A mí me gustaría que no hiciera falta tenerlos para ofrecer empleos y hacer las cosas bien.
El discurso oficial debe alejarse de la palabras y debe poner manos a la obra. Acabar con tanto trámite, apoyar al emprendedor. Eso significa acompañarlo y protegerlo de tanto buitre que está dispuesto a sacarle los ojos. Emprender en el mundo requiere valor, en México va más allá de la valentía. Para promover el progreso, hay que facilitar el camino, retirarle las piedras y los obstáculos a los proyectos de inversión. Y, sobretodo, hay que quitarle a estos parásitos que sólo sirven para frenar el progreso de un país. Hay que acabar con esos Paulinos que son un veneno para la sociedad.

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